viernes, 24 de abril de 2009

Disciplinadas

El surgimiento de la psiquiatría que Foucault disecciona hábilmente en la “Historia de la locura en la época clásica” y que luego retoma en su seminario “El poder psiquiátrico” devela la construcción de un poder diferenciado del que hasta ese entonces había estructurados discursos y practicas.
Esta nueva forma de poder se contrapone al poder soberano es denominado poder de disciplina, y adjudicado a la génesis del poder medico psiquiátrico sobre la locura.
Foucault describe este nuevo poder como macilento, ya que carece de un soberano, un rostro investido que lo ejerza, y opone un vacío sin rostros que sustenta las prácticas disciplinares de violencia física, física en el sentido que afectan al cuerpo.
Un poder sin rostro, un poder ejercido por agentes que no ostentan símbolos, que no se enaltecen en el ejercicio del poder sino que ejecutan acciones dirigidas por un sistema de ideas que respalda sus acciones, una disciplina. ¿Contra que se erige esta disciplina? Foucault es tajante, su rival es la voluntad. La voluntad del loco de no someterse a la realidad, a la verdad.
El proceso por el cual las disciplinas controlan nuestras vidas cotidianas, regidas por recomendaciones profesionales que se deshacen en un mar sin rostros y que tienen por única referencia a la ciencia, así vacua, ficcionalizada, deshistorizada, ya está instaurado en la sociedad a pedido de sus objetos traslucidos, nosotros.
Queda por preguntar ¿no ha sonado familiar el poder sin rostro ejecutado por agentes no soberanos cuyo objetivo es destituir a la voluntad? Radicalmente familiar, radicalmente patriarcal. ¿Podrá pensarse que este fue el recorrido del patriarcado? De un soberano personificado real y tangible, un padre, organismo vivo y real que dictamina, a un padre difuso, ejecutado por agentes no soberanos, madres, tías, hermanas e instituciones disciplinantes.
¿Será esta la presindencia del soberano en pos de la eficiencia de la disciplina y el disciplinamiento?

martes, 10 de febrero de 2009

Los girasoles ciegos

Es un libro fascinante, no solo por la temática que nos lleva a un momento oscuro de la historia, mas allá de la guerra, en las crueldades postumas hacia los vencidos, donde son la dignidad y el honor los derrotados; sino además por la forma de narrar la historia enlazando las vivencias de estos personajes que tratan de rescatar sus vidas rodeadas de tragedia.
Los personajes sin embargo no son víctimas, ya que resisten desde una dimensión ética que les devuleve aunque no sea mas que parcialmente la autonomía y la decisión. Son personajes que aun cuando se ha empeñado el adversario en dejarlos sin opciones, acorralados, encerrados en espacios pequeños, tan pequeños como un armario, son capaces de recordar que aun tienen el poder suficiente para no ser cómplices de su propia degradación, y se van, si, pero sin ser trofeo de una victoria espurea.

viernes, 6 de febrero de 2009

FRIGIDEZ LECTORA

Hace un tiempo en un almuerzo de colegas disímiles hablábamos de temas etéreos para distraernos, sale alguna recomendación literaria y la charla deriva a esos libros horribles que nos encorsetaron la adolescencia a través de la materia lengua y literatura. El tema era un viejo conocido mío y tenía ya posición tomada por lo que emití mi opinión al descuido, no lo suelo hacer, mis opiniones tratan de seguir la corriente porque no me gusta molestarme en hacerme entender. Estoy en contra de que se “enseñe” literatura a través de textos rancios ajenos, ajenísimos a nuestras experiencias, cito: El libro del buen amor, Marianela, El cantar del Mio Cid, ¿Qué es eso? ¿Un abierto desafió; a que nunca más tocás un libro? Porque son densos, aburridos, horripilantes, sin negar que son joyas de la literatura, no son una primera cita ideal. Ese es mi argumento mejor empezar por algo que tenga eco en uno mismo, que me permita abrir mis propias búsquedas, algo local, contextuado, algo irónico o desafiante, dependiendo de la edad y el estilo del adolescente. Había largado la primera parte cuando uno de mis interlocutores me espeta un ¿Y porque?, ¿porque locales, por simple chauvinismo, nacionalismo? Y ahí me acordé, yo no discuto, yo no explico, a menos que me estén pagando por eso o que me reporte algún beneficio, y no reportaba nada. Me calle luego de un escueto no.
Acá va el porque que ya había adelantado. Leer es plantear un encuentro entre el lector contextuado y una serie de eventos que confluyen en el libro: la intención del autor, el contenido manifiesto del libro, la época, el estilo, la edición, etc. El libro es un fenómeno complejo. Leer enriquece, de eso no hay duda, aunque hay encuentros más felices que otros. Todos querríamos que nuestros encuentros amorosos fuesen una larga fila de deleites y diversión, obvio, pero también sabemos que de tanto en tanto tragamos sapo. Ahora en el principio la cosa es más seria, los primeros encuentros tienen que ser mas o menos buenos para que después no quedemos cruzados, idealmente los primeros encuentros con la literatura se darían antes de aprender a leer, pero eso pasa poco, casi nunca. Y la necesidad de leer es mucho menos fuerte que la necesidad de buscar amor, ni se compara. Por eso si ante un adolescente forzado a un encuentro el docente ofrece un tomo incomible de los austeros de la literatura extranjera y de otro siglo lo que esta garantizando es que ese adolescente se cruce con la literatura, así de simple y para siempre: FRIGIDEZ LECTORA. La terrible incapacidad de sentir placer a través de la lectura inflingida por los docentes que ejecutan cotidianamente un abuso literario.
Esto que articulo ahora no es producto de la ira sino de la tristeza, leyendo un gran autor argentino contemporáneo recordé, cuantos amigos y conocidos podrían haberse salvado de ese mal, cuanto amor desperdiciado.

sábado, 27 de enero de 2007

Los que si se van solos

Los años no pasan solos dicen, y sin embargo es obvio para cualquier que hay años que pasan muy solos, y es mas vacíos. Luego para contrarrestar hay años que pasan con comitiva, mas que acompañados, asfixiados de entre el gentío y así se pasan sin que nos demos cuenta mientras fotografiamos distraídamente las manchas de humedad del techo y el año ya se subió a su auto y desapareció, pero usualmente y gracias a la acción del guardaespaldas dejó a su comitiva detrás, que nos suele recordar cuan malo o bueno fue el año, pero definitivamente que no pasó desapercibido.
En un respiro del tiempo uno podrá sentarse a conversar con otros acerca de la modalidad que los años tuvieron y se sentirá triste tal vez si al año propio le faltó comitiva o si en vez de fanáticos lo persiguió una turba enardecida en pos de un linchamiento, se compararán años, se rankearán años, se especulará de los años por venir.
Es importante saber, cuando el respiro acaba y volvemos a tratar de cazar el año, que nada de esto importa depues de todo es problema de los años, no nuestro.

martes, 19 de diciembre de 2006

Papelitos

Era muy común que llegara tarde porque prefería no cruzarse con el cliente anterior. No porque necesitara creer que era el único. Pero igual no era agradable. Era mejor pensar que era tan importante que ella se dedicaba a esperarlo toda la tarde y entonces a eso de las siete cuando salía del trabajo perdía un poco el tiempo en el café de enfrente y después entraba. Las chicas lo conocían desde hace un montón y se llevaba bien con todas pero no había estado con ninguna. No le gustaba la sensación de poder reemplazarlas una con otra así que desde que empezó no había cambiado.
Igual todas le pedían plata lo veían entrar y empezaban a seguirlo por todos los sillones de la salita hablándole del nene que se había resfriado, que no tenía útiles escolares. A veces del marido que no tenía trabajo. Y él las aconsejaba. Les decía que buscaran otra pareja, que buscaran otra vida. Les hablaba desde su propia experiencia, de su propia incapacidad para hacer lo que decía. Las chicas hacían caso y por ratos cambiaban. Pero siempre volvían y el se ponía contento de eso también porque así tenia con quien charlar.
Ella siempre ese hacia esperar un rato, aunque estuviese sola. Las mujeres siempre se hacen esperar así que a él no le molestaba.
Cuando lo llamaba y el se levantaba, la chica con la que estaba hablando ponía unos ojitos acuosos y extraños que parecían fuera de su rostro y entonces él le pasaba algo de plata.
La chica agradecía apurada y se iba detrás de algún otro. Él subía la escalera. Pero a ella no le pagaba así. No le podía dar la plata en la mano como a sus amigas. Ella no ponía esos ojos pero de todos modos el jamás le habría dado la plata. Porque la plata sola era despectiva. Como si ese tiempo que ella había gastado en prepararse no valiera nada. Entonces él prefería dejar la plata en la mesita de mimbre al lado de la puerta. No dejaba el dinero así nomás. Con cada billete hacía un barquito, de esos simples que enseñan a hacer las maestras en la primaria. Y los dejaba todos acomodados sobre el vidrio que simulaba un océano un poco turbio. Y se iba. Ella después recogería los barquitos y los desdoblaría para guardar la plata, pero cuando el ya no estaba.
Como cualquier día el se demoró en el café y después se cruzo al zaguán medio abandonado. En la puerta una de las chicas le hacia señas. Él supuso que se trataría de ella, sino no iba a salir a hacerle señas. Así que apresuro el paso. Le contaron que se había desmayado, estaban esperando a la ambulancia, pero no les hacían caso, ya era la tercera vez que llamaban. Ella tomaba pastillas pero, claro ninguna sabe de que. Además hace mucho que no comía bien.
La ambulancia finalmente llega y los médicos con un asco bastante visible detrás de los anteojos, cargan a la enferma en la camilla. Dicen que no hay de preocuparse, seguro que para ellos no hay de que preocuparse.
Cuando se van, él sube igual, como si nada. Empieza a buscar las pastillas que una de las chicas mencionó, aunque no cree que sea cierto, siempre dicen lo mismo.
Abre el cajón de la mesa de luz, las cajas de zapatos. Se va derecho al armario frente a la cama abre una de las puertas y llueven sobre él barquitos. Muchos barquitos hechos de papel, algunos hechos con billetes fuera de circulación. Todos los barquitos que él había hecho.
Pero no encuentra las pastillas, así que se va, amontona todos los barquitos sobre la cama y se despide de las chicas que le dicen que lo van a mantener al tanto.
Sale a la calle contento, es una buena noticia que ella no este tomando nada. Hace un par de cuadras y pasa delante de una librería, una de esas de barrio que viven de oferta y a punto de cerrar. Entonces se le ocurre que quizás lo mejor es el cambio.
Entra confiado y compra un manual básico de origami.

jueves, 14 de diciembre de 2006

CEREZAS


En el patio de la casa hay un cerezo que jamás desde que él tiene memoria ha dado una sola cereza, dicen que la falta de frío en invierno le impide tener un ciclo como el de los demás cerezos, siempre mantiene su tremendo follaje que impregna de sombra verdusca el patio pero es estéril nunca se ha abierto una flor para colorear sus ramas.
Siempre tiene un par de nidos de palomas llenos de pichones y cabría preguntarse si los mira con envidia o si resiente no tener él algo que prolongue sus raíces mas allá de los capilares.
De toda la casa él es el único que aun cada primavera revisa el árbol para saber si por una casualidad ha dado flores. Todavía tiene esperanzas de crear cerecitos del cerezo. Los demás creen que la explicación de las estaciones esta muy bien pero que además debe de haber algo con ese cerezo, algo malo. Algo que le impide comportarse como cualquier otro cerezo promedio.
Cuando ya no hay nadie mas a quien culpar en la casa por la falta de dinero su madre se la agarra con el cerezo y argumenta que allí son todos como el cerezo, vagos e inútiles. Si el cerezo diera frutos podríamos venderlos.
Si pero para que tenga frutos primero tiene que tener flores.
Su madre es tajante. No te me hagas el inteligente.
En la próxima feria de ciencias va a hacer laminas acerca de la reproducción de los árboles así en su casa se van a enterar de porque el cerezo no da frutos.

Pero la maestra no deje que martín trabaje con árboles porque el tema de este año es la producción de materias primas. Y martín no sabe si la cereza es una materia prima, pero parece que no porque materias primas son la leche y el maíz y la vaca, la carne de vaca.
A él le toca la vaca, las vacas según Martín son imbéciles, nunca se dan cuenta que las quieren matar y les hacen lo que quieren sin que se opongan, no pueden opinar, y tampoco pueden elegir por que además la cabeza no les da para nada.
Martín se hace vegetariano porque ha empezado a sentir lastima y simpatía por las vacas debe ser feo ser vaca y que no te tengan en cuenta. Como al cerezo.

En casa su madre esta enojada porque Martín no esta rindiendo bien en el colegio, no presta atención, la maestra dice que se va a quedar de año. Si se queda de año va a estar con todos chicos más chicos que él. Sus hermanos le dice que se van a burlar de él. A Martín parece que no le importa. Esta todo el tiempo con cara de ternero degollado dice el padre.
Le han prohibido seguir sin comer carne. Él médico dice que el retraso de Martín puede ser por una mala alimentación. A él no le molesta, come la carne sin quejarse, fue un capricho, pero no deja de poner esos ojos vacuos y estúpidos cada vez que le preguntan en que esta pensando.
Él cree que no piensa en nada, el tiempo pasa rápido y cuando el chasquido, el aplauso o el grito lo sacan de adentro no recuerda nada así que nada puede decir.
Ahora va a una escuela publica y cada vez que alguien pregunta su madre por que ella contesta que es por problemas de conducta, es un chico con carácter, como su padre, siempre discutiendo.
Martín termina la secundaria sin volver a repetir pero con varias amonestaciones se ha vuelto peleador y agresivo, llego a empujar a un compañero por las escaleras.
Pero el psicólogo dice que es normal que alguien con un retraso se sienta frustrado.
Entonces el padre le consigue un trabajo pero Martín se ha empeñado en seguir estudiando y nadie entiende muy bien para que, si se sabe que no va a terminar. Martín estudia botánica. El premier año le va a regular, están todos muy sorprendidos. Luego empieza a repuntar cada vez le va mejor. Parece que nació para eso. Los profesores lo eligen como ayudante. Antes de terminar ya trabaja en una agroquímica.
Es el único hijo que aun vive en la casa de los padres. Ahora cada vez que alguien va de visita ella muestra la foto de la entrega del titulo.
Una tarde se sientan a tomar mate bajo el cerezo siempre verde. Mientras miran el sol desaparecer detrás de la medianera, su madre alza la cabeza cansada y fija la vista en el árbol.
¿Por qué será que este árbol nunca ha dado cerezas? Mira a Martín con unos ojos vacíos, un poco distraídos.
Porque es cobarde, le dice Martín mientras aplasta una gata peluda.

martes, 12 de diciembre de 2006

Dar a luz

Damián llego al consultorio del psiquiatra sujetándose el estomago.
- Doctor lo tengo resuelto y aunque no me lo crea tengo pruebas de que le dije la verdad acerca de los monstruos en mi estomago, acerca de todo.
El doctor lo mira sin sorprenderse y le pide que muestre sus pruebas. El paciente cierra la puerta revisando primero que la secretaria no espíe y luego se levanta la camisa que lleva suelta fuera del pantalón. En su vientre abriéndose en abanico alrededor de su ombligo hay arañazos, cicatrices profundas, tajos y pedazos donde falta piel.
- ¿que sucedió?
- Anoche mientras salían por mi ombligo volví a despertarme. Era uno negro y contrahecho que tenía problemas para salir, suelo reconocerlos, pero esta vez sentí repulsión hacia él y le dije que se apurara, me contestó que aun no estaba listo para la luz que le dejara tomarse su tiempo. Entonces lo tomé de donde creo que eran los brazos y traté de sacármelo de adentro. Allí fue cuando me atacó, dejándome todas estas marcas. Pero no cedí por lo que finalmente brotó, saltó al piso a oscuras y desapareció detrás de mis pantalones arrugados.
- Dijo que no estaba listo para la luz.
- Si.
-Como si hablase de dar a luz.
- Si.
- Es muy simbólico.
- ¿Simbólico? a mi se me ocurre que es peligroso, ellos me consumen, brotan y luego desaparecen. Pueden llegar a matarme la próxima vez que estén listos para la luz.
- No, las contracciones nunca duelen tanto.
- ¿Qué?
Damián se despertó y prendió el velador. Bostezó tratando de despabilarse. Tanteando entre las sabanas encontró el arco, se estiró hasta rozar las cuerdas y se incorporó. Luego de un par de horas de descanso, en el silencio de la madrugada retomó su práctica.